¡Campeones!

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Espero que me perdonéis los que no sois seguidores del Barça o a los que esto del fútbol os deja completamente indiferentes. Pero es que no he podido resistirlo… la de anoche fue la espléndida culminación de un año glorioso para todos los que nos sentimos identificados con los colores del Fútbol Club Barcelona. Ayer estalló la euforia blaugrana y, por todas partes en Catalunya, en muchos rincones de España -hasta en la Cibeles- allí por donde quiera que hubiese un seguidor del Barça y, cómo no, también en Roma se oía el mismo grito, la misma canción: ¡We are the champions! ¡Campeones!

Este es un fenómeno muy propio en el mundo del deporte… ya se trate de baloncesto, tenis, motociclismo o atletismo; aunque en el fútbol se vive de una manera especial. La afición se identifica hasta tal punto con el equipo, que la victoria de esos once chavales que corren con pantalones cortos tras un balón, es celebrada por millones de personas de toda condición (hombres, mujeres, niños, ancianos, sanos, enfermos, ricos o pobres) como si fuera propia; aunque quienes se han dejado la piel sobre el terreno de juego hayan sido ellos y no nosotros. A pesar de ello, cantamos ¡Somos campeones! La identificación es total y como que de alguna manera, nos vemos reforzados en nuestra autoestima o sentido de valor propio.

Sin duda, una de las historias bíblicas más conocidas, incluso por aquellos que no conocen la Biblia, es la del enfrentamiento desigual entre un joven pastor de ovejas (David) y un experimentado guerrero de dimensiones gigantescas (Goliat). J.D. Greear, uno de los nuevos valores fichados por theresurgence.com, escribe lo siguiente sobre el enfrentamiento de David contra Goliat:

Por regla general, la manera en que se enseña este pasaje es como sigue: ‘Al igual que David, nosotros también tenemos gigantes a los que hemos de hacer frente en nuestras vidas. A través del poder de Dios, podemos derribar a estos gigantes, tal y como David derribó a Goliat.’ Sin embargo, el propósito principal del relato no era simplemente señalar la capacidad que tenemos para derrotar a los gigantes que se nos presentan en la vida, sino más bien que el joven David, despreciado por sus hermanos, se enfrentó y venció al gigante que tenía completamente paralizado a Israel, y que por medio de su victoria todo Israel fue salvado (aunque ninguno de ellos, excepto David, levantó un solo dedo para luchar contra Goliat). Con todo, la victoria de David fue la victoria de todo Israel. De esta manera, David nos señala a Jesús; porque Jesús es el ‘gran David’ que venció al ‘gigante’ que representa nuestra separación de Dios.” (Leer original aquí).

Gracias a la victoria de Jesús en la cruz, venciendo al pecado y a la muerte, nosotros también somos vencedores. Su victoria es nuestra victoria y en él somos más que vencedores. Éste es el mensaje que encontramos en la Biblia, un mensaje que pretende explicarnos no tanto qué es lo que nosotros debemos hacer por Dios, sino más bien lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Como los once de Pep Guardiola o como David frente a Goliat, Jesús en la cruz del Calvario hizo todo el trabajo, y el crédito es para muchos otros. Es por su obra, no la nuestra, que somos salvos… es por lo que él hizo que nosotros, entonces, podemos presentarnos delante de Dios y recibir crédito… no por lo que nosotros somos o hemos hecho, sino por lo que Cristo es e hizo; y e base a esto cantar victoria.

Por lo tanto, nos anima Greear en su artículo, no tenemos que preocuparnos tanto de los llamados gigantes de la vida, ya sea la enfermedad o el fracaso en nuestra aspiración laboral. A través de la obra de Jesús en la cruz, la muerte ya no tiene poder sobre nosotros o la frustración personal no podrá hacer estragos con nuestro sentido de valor propio. En Jesús, ¡la victoria es nuestra!

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